Besos jubilares para la Estrella

Chucena estalla jubilosa. Comienza un tiempo histórico para toda la localidad y su parroquia, y cómo no, dejando, una vez más, sus besos de amor hacia su patrona.

A las diez y veinte minutos de la mañana del pasado domingo se abrían las puertas que daban inicio a este tiempo jubilar que se prolongará hasta el día de la coronación. Antes, había salido del salón parroquial el cortejo compuesto por cruz alzada y ciriales, junta de gobierno con antorchas, acólito portador del Evangelio y sacerdote.

De forma sencilla pero cargada de simbolismo, se produjo el acto de la apertura, con una serie de oraciones, cantos, la lectura de un pasaje del evangelio de San Mateo y el rito de la purificación del corazón. A continuación, el párroco de Chucena, D. Justino Espuela, en sustitución del obispo onubense, que no pudo asistir al acto, dio los tres golpes en la puerta (representando a la Trinidad Santa) para entreabrir la puerta.

De esta manera, los asistentes fueron entrando poco a poco en la iglesia y se encontraron con una imagen muy distinta de la Virgen de la Estrella, en la que sin duda destacaba la ausencia de la corona sobre su cabeza. A continuación se celebró la misa de la fiesta de la Candelaria, en la cual, tras la homilía, se produjo la lectura del decreto por el cual la Santa Sede concedía los cuatro meses de jubileo, y tras la comunión, se estrenó la versión coral del himno de la coronación.

Al finalizar la eucaristía se presentaron los niños de dos años ante la imagen de nuestra alcaldesa perpetua, para luego dar paso a este besamanos extraordinario. La Virgen llevaba traje de tisú de plata con bordados en oro, manto de terciopelo verde liso, regalo de unos hermanos, ráfaga y media luna de plata dorada, mantilla blanca puesta sobre su cabeza y que le caía por el manto, cíngulo de hilo de oro y tiara también donada. Además, se encontraba muy enjoyada con diversos anillos, broches y medallas, y sus cabellos los tenía más largos que de costumbre, dejando caer sus tirabuzones por el traje, mientras que el Niño Jesús portaba el traje a juego con el de la Señora y corona de oro.

El exorno floral estaba compuesto por rosas y dendros y tres candeleros a cada lado custodiaban a nuestra patrona. En el camarín se encontraban los ángeles turiferarios, aunque esta vez sin los incensarios, portando la corona de oro. Varios enseres completaban el montaje de este besamanos.