Ropajes sencillos: raso azul, terciopelo rojo liso, fajín de colores, el tul y el aro de estrellas. Todo ello es la señal de que la espera ha comenzado, y que, más que eso, está consumiéndose.
La Virgen de los Dolores se encuentra ataviada de esta peculiar forma desde que concluyó el Quinario al Cristo de Burgos. Y ya, aunque entronizada en su paso procesional, todavía se puede contemplar así, hasta que en la próxima semana la hebrea pase a ser la reina. Entonces, la cuenta atrás, irremediablemente, irá llegando a su final y el Jueves Santo estará más cerca que nunca.
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