Que su dolor nos lleve a la Gloria

Todos los años por septiembre, el chucenero tiene de nuevo que celebrar algo. Toca rendirse de nuevo a las plantas de la Virgen María. Toca ver en ella que todo dolor, que todo sufrimiento, merece la pena.

No sabría, en realidad, cómo describir estos sentimientos ante tan hermoso rostro. No sé el enigma que esconde su faz. No sé porqué me puedo embobar y que solo vea su cara. No sé si ella está llorando o tras esa cara se esconde una razón para la esperanza.

Ella seguro sabía que todo dolor no sería en balde. Quizá sería bueno contemplarla para saber cuál es el camino a seguir. A pesar de esas lágrimas, a pesar de ese dolor, cada vez que la mires podrás ver la ternura de una Madre, la majestuosidad de una Reina y, lo que es mejor, el apoyo de una compañera que no solo te pone una mano para que se la beses, sino que te ofrece la otra para confortarte, para sentirte mejor en aquellos momentos en los que te puedas sentir triste.

Es por eso que he escogido este titular. Hay que celebrar con alegría la gloria de los Dolores de María, porque aunque en nuestro sufrimiento todo tiene un color gris, quizás sea un buen momento para poder acercarse a Dios y a su bendita Madre, para entender que todo tiene sentido y que si esto sucede es por alguna razón; para poder ver lo positivo en lo negativo.

Quizá sea buen momento para poder verla, para volver a recordar ese Jueves Santo que tanto anhelamos. También puede ser momento para darle las gracias por tanto que nos da y que, a veces, ni nos damos cuenta. Que Chucena vea en el ocaso que podrá ver un nuevo amanecer esperando en Ella. Que sepamos demostrar el amor que tenemos por nuestra Virgen de los Dolores. Que nunca perdamos la esperanza. Ella nunca lo hizo. Que ese dolor nos lleve a la Gloria