Y llegó el mes más deseado por cualquier chucenero. Ya se comienza a respirar el ambiente festivo que rodea a nuestro pueblo cuando se acercan tan anhelados días. De lejos ya se comienza a escuchar (o rememorar) el sonido de los cohetes, de los vivas, de los aplausos, de una banda... Ya comienza el perfume de los nardos a inundar las calles de una localidad que espera ferviente el tan ansiado día 15.
Y es que agosto no es un mes cualquiera. Yo me atrevería a decir que es el mes de María por antonomasia. Y mira que mayo es bonito. De tardes de verano con cantos y rezos. De miradas que esperan en su Madre. De noches de espera a la noche (valga la redundancia) más larga. Bendita sea esa madrugada en la que visita cada casa de este pueblo. Dichoso sea el momento en el que se produce ese milagro y su mano bendice a este pueblo que en Ella confía.
La espera cada vez se hace más corta. Mientras vamos contando día a día, hora a hora y minuto a minuto el tiempo que queda para verla atravesar ese dintel. Entonces desearemos que ese tiempo, amigo y traidor en esa espera, se detenga, que esa noche sea eterna. Por ahora, solo nos queda esperar, imaginar ese momento en el que los cohetes salten al cielo del cual es Reina, que alguna voz lance sus vivas, que las lágrimas salgan de nuestros ojos recorriendo nuestra faz, que los rezos se unifiquen en una misma dirección y que las miradas se dirijan hacia un mismo sitio, el rostro de tan celestial doncella, a la que le llegará los últimos rayos del sol el cual brillará con más fuerza que nunca.
Es el momento, Chucena. Prepara con ilusión tan esperado día. Termina de contar que ya ha llegado la hora en la que una Estrella brille e ilumine nuestro camino. Ya ha llegado el momento de que esa Estrella asome y podamos contemplarla a sus plantas. Adelante, Chucena, que es el tiempo de encontrarte con María, la Estrella del Tercer Milenio. Adelante, Chucena, ya ha llegado.
Sin palabras, Emocionante!
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